jueves, 27 de octubre de 2011

VEINTE AÑOS DESPUÉS


Eso es, otra vez. Aquí estoy, veinte años después.

Me miro al espejo, y me arreglo el pelo
evito con carmín los asuntos pendientes.
De espaldas a otro día, se desploma el cielo
tú, agárrate a la mueca del último te quiero
cansados, casados, viejos y extraños, recelosos,
a pesar de mi, a pesar de ti, desnudos o vestidos
aún contamos dos, el uno y el otro reañadidos,
ciertos o falsos, ni enamorados ni diferentes
llenando de periódicos viejos el maletero
ocultando el aburrimiento entre los dientes.

Como todos: recuerdos, bolsas de supermercado en el trastero,
dos cepillos de dientes, dentífrico anticaries, body-milk nuevo
papel higiénico perfumado, un champú anticaspa embustero
sopa tibia en la cocina, rutina, ruina en el ala de tu sombrero

                                                 Confiamos en la pasión y nos timó el destino
                                                 ahora ni siquiera mientes, dormido en el sillón
                                                 nos hemos acostumbrado a vivir sin un motivo
                                                 y el tiempo terminó por quitarnos la razón.
                                              
Ostracismo ¿Sonrío?

Abro la cortina, me asalta el frío…
la noche se reedita sin caricias
El invierno se llama ahora desafío
y en lugar de besos, nos damos noticias.

Música hortera sobre nuestro decorado ficticio
La culpa es mía, no he pagado las facturas.
La culpa es tuya, curas tu jaqueca a oscuras.
La culpa es de los dos, ¿no lo ves, cariño mío?

                                            ya no asaltamos los bordes de las aceras
                                            y hace mucho que no soy lo que esperas.

He nacido mirando del revés, siempre que quiero sonreír pierdo el interés
y me entrego de nuevo al juego de retroceder, caminando a traspiés.

                                           Con las paredes húmedas, grises y desconchadas
                                           en todas las repisas, floreros de rosas rechazadas
                                           en los corredores, sombras de damas olvidadas
                                           pintándose los labios, arreglándose los peinados
                                           vírgenes, rencorosas, encogidas: nadie las avisó
                                           de que algún día las arrugaría el tiempo que pasó.
                                         
                     
                    
                                           
El último toque, perfume de albaricoque.
Cierro las cortinas, antes miro a la luna
¡Qué poca fortuna, qué cara de amargura!
colgada, soportando siempre lo que toque.

Quito el freno, primera y arranco,
ruedas acariciando la entrepierna
de la carretera vestida de blanco.
Sigue siendo ella, la misma fulana
de vida desmedida, tacones de aguja,
medias de rejilla y pechos operados
que primero se alarga y luego se curva.
Y tú eres el amante que nunca tuvo,
la miro los ojos, me desafía obscena
esta noche repetida, por fin serás suyo


Me duermo
¿?

1 comentario:

Rorschach Kovacs dijo...

Buen poema a pesar del final abrupto.
Suerte con el blog, un saludo.